sábado, 19 de febrero de 2011

Cuarta cosa importante: Aprende a saber que nunca sabrás si estás haciendo lo correcto si hablamos de amor.

  El zapato se le salió. "¡Mierda!" pensó mientras se ponía a mirar alrededor a ver si la había visto alguien conocido. Pensaba que no pero, de repente, algo parecido a un conocido estaba mirándola y señalándola al chico que tenía al lado. Estaba demasiado emocionado de verla, y eso que era algo parecido  a un conocido. Lo llamaba así porque sabía quien era perfectamente,  así como sabía quienes eran los chicos q estaban con él, y todos ellos parecían saber exactamente quien era ella. Pero en realidad, no se conocían de nada y no había hablado con ninguno en una ocasión anterior.
   El problema es que compartían a una persona en común: un amigo suyo, que de ella, ni siquiera se sabía lo que era. Cualquiera podría pensar que eran meros conocidos, o simples compañeros de clase, pero no; eran mucho más que eso. No tenía nombre, ni defición, ni significado, ni sentido. Pero vivían permanentemente conectados. Había algo que les hacía estar a uno pendiente del otro, mirarse, observarse, e incluso, implicar a la gente de su alrededor. Porque los amigos de ella sabían quien era por una circunstancia o por otra..los amigos de él, la conocían y la señalaban por la calle y, en este caso, se debía más a lo que él hablaba de ella que por mera casualidad.
  Era una extraña y bonita historia que llenaría cualquier sala de cine si existiera una película parecida. Porque esto, era demasiado irreal, demasiado perfecto y demasiado inquietante como para ser cierto. Pero, a pesar de todo, había un problema, y es que ninguno era lo suficientemente valiente como para ser sinceros. Ella, lo había intentado casi todo pero, había algo que se torcia y, pasase lo que pasase, la vida se empeñaba en juntarlos de nuevo en algún punto del camino, para que todo volviese a empezar.  Se empeñase quien se empeñase, esto estaba destinado a ser cada vez más divertido y subrrealista, pero para ellos dos, era más que todo eso, porque había muchas cosas que eran diferentes desde  la primera vez que se vieron. Porque ese mismo día supieron que estaban destinados el uno para el otro. Porque ya ese primer día se fijaron el uno en el otro y algo ocurrió. Algo que hizo que estuvieran juntos para siempre.
Sonrió. Ahí estaba. Era verdad que la habían visto. Estaba guapa, como siempre, y ella, también le había visto a él. Sonreía como era habitual en ella, y parecía tranquila, como si hubiese conseguido lo que quería, como si no tuviese de qué preocuparse porque tenía todo lo que buscaba y necesitaba. No fue capaz de quitar  la mirada de su figura hasta que se giró y le miró.En ese momento, empezaba el juego otra vez.
  Un poco más allá, ella seguía pensativa. "¿Acaso es normal que sus amigos hablen de mí cada vez que me ven? No,  no es para nada normal. Solo tiene un significado, y es que se pasa los días hablándoles de tí. No puede haber otra explicación. Y si hace eso, es porque..bueno, ya lo sabes." Se volvió a reír al recordar la escena de esa misma noche, mira que había sido oportuna para casi tener un problema con una zapato. Aunque su príncipe azul, al parecer no andaba muy lejos en ese momento.El problema era que, el príncipe de cenicienta, ni siquiera habia visto su zapato. Él entró en ese mismo local,deseando que ella entrara y fuera a por él; y ella, se levantó. Pero no fue como los dos querían y deseaban.
Ya en la madrugada, se perdió entre las oscuras calles de la ciudad pensando que a ella, en realidad, nunca
le habían gustado los cuentos.

viernes, 18 de febrero de 2011

Tercera cosa importante: Es lo que tiene sentir y no contar.

  Ella se subió al autobús. Él la vio. Cómo no iba a verla si cada vez que estaba revoloteando a su alrededor el estómago se le encogía, el corazón se le aceleraba y el pulso empezaba a fallarle. Era demasiado esquemático pero, era lo que era y no debía darle demasiadas vueltas. Venía acompañada y, esta vez, no con sus amigas, si no con dos amigos, que se juntaron a otros dos, justo delante de él. Estaba guapa, sus ojos claros y hermosos y su aspecto, reluciente. Parecía que no tenía problemas, parecía que siempre tenía una sonrisa y buenas palabras para todo el mundo. Sabía manejar la situación. Estaba tranquila y charlaba con gusto; le gustaría poder decirle que se sentaran juntos, que tenían que hablar y que tenían mucho tiempo que recuperar. Pero no podía, no sabia cómo hacerlo y, además, era pensar en acercarse y mirarla fijamente, sin nadie de por medio, que le daba miedo, un miedo aterrador. No se sentía capaz de saludarla, porque eso implicaría no saber responder ante su sonrisa; o quizás el miedo que tenía era que a él a lo mejor no le dedicara una sonrisa y eso, quisiera o no, no podría soportarlo. Estaba indeciso y no había nada ni nadie que consiguiera hacer nada para ayudarle. Sabía que ella tendría las palabras perfectas para él, o una sonrisa, o una mirada que le dijera que podía estar tranquilo, que todo saldría bien...pero su maldita cobardía no le permitía ni siquiera imaginarse eso por más de 5 segundos. Cinco segundos que, eran más que suficientes para que sintiera que el corazón le dejaba de latir por unos momentos y su respiración entrecortada le decía que esperara el momento. Pero habían pasado muchos momentos y demasiadas oportunidades y, tarde o temprano, tendría que enfrentarse a la realidad y hacerlo. Pero no sabía cómo, ni cuando. En ese momento, ella se giró y él apartó la vista. No, no se veía capaz. Entonces, el miedo volvió a apoderarse de él, otra vez.
   Ella sonrió y se puso a escuchar música. Dos filas más alante, la cosa no parecía estar mejor. La cabeza le daba demasiadas vueltas. "No deberías preocuparte tanto, lo que tenga que ser, será y no vas a conseguir nada martirizándote así". Pero no era fácil; porque solo ella sabía lo difícil que era desprenderse de él y de cuanto significaba. Nunca había pasado nada pero, después de tantos meses, parecía que no podían vivir el uno sin el otro, que se necesitaban para seguir, que podían entenderse a la perfección y que estaban más unidos de lo que se imaginaban. A la vez, todo le parecía absurdo, nada tenía sentido y no sabía cuál se suponía que era el siguiente paso a seguir. De repente, se dio cuenta de que la canción que estaba escuchando no le gustaba desde hacia tiempo; era demasiado distinta de como veía las cosas ahora; así que, cambio de canción, a una que le gustaba de verdad, que le hacia sentirse bien, pensar con claridad o, mejor aún, no pensar en nada en absoluto. Llegó a la conclusión de que no adelantaría nada pensando de más, si no todo lo contrario. Y en ese momento, sonrío. Se perdió entre las líneas de la autopista mientras alguien, un poco más atrás, la miraba embelesado.
  Es lo que tiene sentir y no contar.

lunes, 14 de febrero de 2011

Segunda cosa importante: enamorarle y hacer que venga.

  Él la miraba pero no se atrevía a acercarse. Ya ni siquiera se atrevía a mantenerle la mirada,  le ponía muy nervioso, le hacía sentirse más inseguro y le daban ganas de salir corriendo. Porque no se atrevía a hacer otra cosa. Le gustaba verla, observarla, tenerle cerca e incluso le encantaba oirle hablar. Pero a pesar de lo que le dijeran, no era capaz de acercarse, no era capaz de decirle la verdad ni de hacer lo que realmente deseaba. Parecía que cuando no estaba todo era posible, parecía que sería capaz de acercarse y darle un beso lento e interminable, para que nunca lo olvidara; pero era verla y todo se daba la vuelta. Le descolocaba. Le gustaba. Le gustaba demasiado. Había conseguido enamorarle siendo ella. Sin mas complicaciones que su manera de ser. El verla en tantos momentos distintos le había hecho ver cómo podría ser la vida a su lado. Y le gustaba lo que veía. Le gustaba mucho.
  Y quería llegar a ella, pero había algo que le daba miedo. Tenía miedo de no estar a la altura, de que ella quisiera una cosa y él otra. Porque ni él sabía ya lo que quería. 
  Esto se le había ido de las manos, y no sabía que hacer. Quizás lo mejor fuese hacer caso a sus amigos y hacer algo, luchar y hablar con ella, pero no podía, le superaba esa situación. Tenía que hacerlo, pero solo el pensarlo le daba pánico. Quizá fuera porque en caso de pérdida él saldría muy dañado. Pero tampoco le daba por pensar en todo lo que ella había hecho para conseguir eso, no se daba cuenta de como le miraba, porque no le mantenía la mirada, no se daba cuenta de lo que le importaba, porque hacía como que no le prestaba atención. Ella mostraba muchas cosas que él no era capaz ni de decirse a  sí mismo. Tenía que hacer algo. Y sabía que, tarde o temprano, tendría que enfrentarse a eso.

domingo, 6 de febrero de 2011

Primera cosa importante: olvidarle.

  -Estoy dispuesta a hacerlo. Solo tienes que decirme cómo.
 -Pues bien, lo primero que tienes que hacer es tenerlo claro. Mientras no estés segura, ni me escuches. Pero cuando lo estés, hay una serie de cosas que deberás hacer:
1º paso: No hables de él, con nadie. Has tomado esa decisión. Por tanto, no debe ser comunicada. Espera a que te digan lo sorprendidos que están de que no digas ni su nombre. Cuando eso ocurra, sonríe, has superado con éxito el primer paso.
 -¿Y después? 
 -No hay después. Debes ir combinando todos los pasos a la vez, poco a poco, para llevar a cabo el plan con éxito. Sabiendo esto, te daré un 2º paso: No lo localices. Sé que lo haces, pero debes dejar de hacerlo. Si, por una casualidad lo ves, hazlo, no pasa nada. Nos fijamos en mucha gente a lo largo del día. Si puedes evitar estar en su campo de visión, hazlo. Que se den cuenta de que no te importa verlo o no.Como bien sabes, él o alguien de su entorno te observarán, por lo tanto,
3º paso: Sonríe, siempre. Ya sé que es tu filosofía de vida, pero sobretodo cuando estés en un sitio en el que puede estar él, o en el que esté él, debes mostrarte feliz. Como siempre. Él no puede alterarte, ni mucho menos. Además, no puedes mirar, casi ni por casualidad. Que se te note a gusto, tranquila y relajada. Que se den cuenta de que su presencia no te altera en absoluto. No trates de llamar la atención. 'Sé tú misma', siempre. 
4º paso: Haz que te eche de menos. No es difícil y no va a significar recaer, ni mucho menos.  Está acostumbrado a que lo observes, y lo sabes. Por lo que tan solo debes combinar los 3 pasos anteriores con éxito. Sabes que estarás observada; por lo tanto, sonríe, pásalo bien, que vea que no es necesario para tí, que sabes vivir sin sus gestos, sin su presencia, sin su mirada...que no te importa que ronde alrededor, porque hay mucha más gente que él, y mucho más importante.
5º paso: Fíjate en otros. Da igual que se dé cuenta o no. Tienes ojos en la cara, ¿no? Pues úsalos. Tontea y convéncele y convéncete de que no es el único en el mundo, ya sabes que eso no le va a gustar mucho.
6º paso: No te comas la cabeza. Las cosas llegan solas. Así que, disfruta y cumple objetivos.
7º y último paso: Observa los resultados.
¿Te sientes preparada y fuerte para conseguirlo?
 -Lo suficiente como para hacer que se arrepienta.
 -Así me gusta.

Comenzamos.

  Para empezar, creo que es muy importante confesar que no tengo suerte en el amor, cosa que no significa que sea desafortunada. Lo que quiero decir es que respecto a este tema me ha pasado de todo: bueno, malo y, sobretodo, raro.
  La vida muchas veces nos pone a prueba de diversas maneras. A mí, me pone a prueba en este terreno y me hace darme cuenta de lo feliz que estoy siendo soltera. Porque el amor, como todo, hay que tomárselo como algo divertido y entretenido, nunca como una obligación a la que si no se llega en determinado momento de tu vida significa que has fracasado. Para nada. Es importante sacarse esa idea de la cabeza. 
  Por lo tanto, desde mi punto de vista, siempre divertido y un tanto alocado, y desde mis experiencias, trataré de contar y escribir de la mejor manera posible muchas situaciones que vivimos y nos parecen extrañas, pero que son más habituales de lo que pensamos.
  Yo, que soy un desastre, tengo que comunicar la idea de que el hecho de que no salgan las cosas en el amor como esperábamos, es tan divertido y común para mí, como irse de viaje y olvidarse el billete de avión en casa.