domingo, 20 de marzo de 2011

Novena cosa importante: De vez en cuando, deja a tu pensamiento que imagine lo que deseas.

  Se limitó, simplemente, a darse la vuelta. Respiró como si no fuese a haber más aire nunca en la tierra, y dio un paso hacia adelante. Posó sus pies desnudos sobre la arena y sintió como el agua fría los acariciaba y los envolvía como si pertenecieran a su composición de hidrógeno más oxígeno. Una composición que, si la hacíamos más amplia, podía mostrarnos mucho más;  porque si nos fijábamos, podíamos ver como también llevaba en sus entrañas lágrimas envueltas por un manto de brisa, sonrisas escondidas bajo un rayo de sol, y sentimientos perdidos y olvidados en un suspiro. 
  Sonrió; le gustaba lo que le hacía sentir ese sitio. Era especial. Le hacía olvidarse de que alguna vez había tenido problemas, de que alguna vez había sufrido, y de que alguna vez había sido vencida por un sentimiento. Miró al frente, y lo único que pudo sentir, fue un corazón lleno. El aire, le llegaba a las entrañas y la sensación de vacío que sentía era, simplemente, como cuando miras al futuro, que es incierto. Puedes imaginarte lo que puede haber, pero nunca lo sabes de verdad. Eso, en algunos temas; en otros, bueno, en otros, es distinto. Sencillamente, te dejas llevar por el horizonte y no puedes ver, ni siquiera imaginar, lo que pasará. 
  Sintió un roce en su cintura, que hizo que su mundo se tambaleara y no pudo evitar sonreír. Abrió los ojos. Y lo que vió, le gustó. Y mucho. Era él, su sonrisa, su mirada sobre su piel, y su esencia en sí mismo. Todo lo que le aportaba, el estar mal y sacarle una sonrisa imposible, el estar bien y hacerle reírse demasiado, el sentir una cierta necesidad de su compañía y sus palabras en algunos momentos, sus momentos de confidencias. Él, la agarró más fuerte, la acercó hacía sí, y le dio un beso. Un beso inolvidable en un lugar especial. Nadie sabía qué era lo que iba a salir de ahí pero, ella solo tenía clara una cosa: no iba a parar, iba a seguir, iba a probar, y que el tiempo dijera el resto. Porque, ese lugar, le decía siempre lo que debía hacer. Y ese sitio, le había dicho, que ese, era su momento y su lugar.
  Se separaron, se sonrieron y, con un último beso en la mejilla por su parte, se dio la vuelta y se fue. Desapareció en la lejanía mientras ella, se quedó pensativa. Pensaba en cómo había cambiado su vida, en cómo había conseguido ser quien era, y ser como era. A cómo había aprendido a enfrentarse a los problemas, a superarlos y a motivarse fuese cual fuese el resultado.
  Miró al vacío una vez más, y sacó sus pies del agua, a pesar de que las olas de ese lugar especial se empeñaban en perseguirle. En efecto, estaba en una playa. Pero no en una playa cualquiera, sino en ESA playa. La que escondía todos y cada uno de sus secretos. La que un día de verano estaba muy transitada por personas que buscaban absorber sol o enterrarse en la arena; y en días de invierno, estaba brevemente transitada por almas con ganas de pensar, fotografiar, confesar, escribir o,simplemente, estar allí, observar el mar, dejar que les transmitiera todo lo que necesitaban saber, o reunirse con sus sentimientos gracias, a ese ruido silencioso que las olas conseguían hacer. Ese lugar, era real, pero, a pesar de ello, tenía que irse. La arena estaba mojada y suave, y pasó a estar seca. Sus pies se hundían con ligereza entre cada granito de arena de esa playa. Luego, llegaron las piedras, que pudo superar sin dificultad gracias a todo lo que había corrido por ellas de pequeña. Cuando llegó arriba, miró atrás por última vez, y sonrió, porque sabía, que había visto algo nuevo, algo que quizás tardara en irse o nunca quisiera irse. No iba a dejarlo marchar. Era un sentimiento bonito y especial, halagador y tranquilizador. 
  Siguió el camino que le llevaría otra vez a la realidad y no pudo evitar pensar: "Que sabia es la mente, que sabe llevarnos a donde queremos estar". Se alejó de aquel que consideraba uno de sus escondites y se preparó para eso tan bonito que le esperaba cerca. Porque, fuera consciente o no, había empezado a compartir ese escondite con alguien y, además, esta vez, le gustaba lo que había podido intuir en aquel horizonte. Siguió caminando hasta que se perdió de vista. Era otra, con la esencia de la anterior y, con algo nuevo en el interior.
  Un poco más lejos, alguien Sonrió.Lo había conseguido. Se había acercado a ella y, además, había sido más fácil de lo que jamás hubiese imaginado. Tenía claro que no iba a desaprovechar su oportunidad. Porque, más que nada, quería volver a visitar  ese lugar. Su lugar. Le gustaba como sonaba. Arrancó el coche, puso su canción favorita y, se alejó pensando en cuál sería el siguiente paso.

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