lunes, 7 de marzo de 2011

Quinta cosa importante: Cuando es mejor olvidar, olvida.

  La puerta estaba abierta, se asomó, y vio un espejo; consciente o inconscientemente, no pudo evitar acercarse. Se puso delante y vio su reflejo en ese espejo bañado por una luz intensa que entraba por la ventana del fondo de la habitación. Se sorprendió; estaba realmente bien. Estaba distinta y cambiada, pero para mejor. Toda esta historia había hecho de ella una persona mucho más observadora que antes y también, mucho más realista. Porque habían sido cinco meses en los que cada día, era un nuevo día lleno de cosas raras y divertidas; llenos de miradas cómplices y sonrisas idiotas. Tenía que reconocer que había sido divertido, muy divertido, y que siempre recordaría esta historia como una de las más originales que pudiese escuchar nunca.
  El problema había sido él: su actitud, su cobardía y su miedo a actuar; y ella no podía hacer nada más. Había tenido muchas dudas y claros momentos de lucidez pero, a pesar de todo, él no había hecho nada. Sus amigos habían intentado ayudarle pero él, no había respondido a ninguna de esas llamadas. Y todo eso, a ella, le había hecho decir basta después de muchas meditaciones. Y no era justo. No era justo el mero hecho de que después de todo lo que había pasado, esta historia no tuviese un final de película, porque se lo merecía; porque habían sido muchos momentos, muchas sonrisas desprevenidas y muchas mejillas sonrosadas. Pero ya no había nada que hacer. 
  En este momento, ella no sabía en qué punto estaba todo esto, pero no le importaba. No le importaba por la sencilla razón de que le estaba pasando factura. A ella, a su salud y a su mente, a su forma de ser; porque llegó a no tener ganas de sonreír ni de hacer absolutamente nada. Y eso ella no podía permitirlo. Así que, en un punto de todo esto, decidió decir basta. Y lo hizo, y le costó; y de hecho, la historia no estaba del todo olvidada en ese momento, pero había conseguido controlar sus sentimientos y sus impulsos. Y lo estaba haciendo realmente bien, y se había sorprendido incluso a sí misma por todo lo que era capaz de hacer. Pero es que, había llegado al punto en el que ella misma se tuvo que parar a pensar en: ''O él, o yo''. Y la respuesta estaba clara. 
  Sonrió; lo había conseguido; y esa cara de cansancio y tristeza se había ido. Tenía ganas de sonreír, de saltar, de gritar y de ser más feliz que nunca. Él, tarde o temprano, se iba a arrepentir; pero ella, no. Ella seguro que no. Porque había hecho todo lo posible y ahora tenía la mente abierta a cualquier circunstancia que el destino quisiera ponerle por delante, aunque no creyera mucho en las casualidades. 
  Se miró a los ojos y vio esa luz intensa que desprendían y llenaban la habitación. Le gustaba lo que había conseguido y le gustaba lo que venía a partir de ahora porque, sabía, que la vida tenía muchas cosas buenas preparadas para ella.
  Con las mismas, cerró el libro que tenía en las manos, lo dejó encima de la mesa y salió por la puerta, no sin antes, girarse y sonreír. Ese libro tenía muchas páginas escritas y el fin de esa historia quedaría siempre por determinar. Ahora, tenía que ir a comprar uno nuevo porque sabía, que no tardaría mucho en tener que escribir algo nuevo y divertido.
  Cerró la puerta y fue en busca de sí misma; tenía que contarse una gran noticia.

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